Vacío
Ultimamente no estoy muy por la labor de dedicarme a escribir. Pero me siento a la vez tan mal de dejar que a veces pasen meses sin ser capaz de escribir una sola línea.
Normalmente cuando escribo me siento liberado, pero desde la última vez que mi musa decidío marcharse y yo me quedé esperando en el jardín siento que las cosas han cambiado mucho. Estoy muy lejos de ser su amante de nuevo (si es que alguna vez lo fui), y ahora siento que sólo me visita de muy de vez en cuando y casi siempre en los peores momentos.
Esta mañana cuando iba paseando de camino a la facultad me daba cuenta de cuanto nos sumimos en las banalidades de nuestro mundo alejándonos de la verdadera felicidad. Cuanto sencillamente dejamos de lado lo que nos haría realmente felices, por muy tonto o trivial que nos parezca, por sencillas convenciones que nos hacen tan infelices y desgraciados.
Tal vez yo también me esté sumiendo finalmente en todo eso. Tal vez mi musa ya no me visite porque ya no sea capaz de mirar a través de mis ojos al mundo por el que tantas lágrimas ha derramado. Tal vez yo ya no sea capaz de ver las cosas como ella las ve.
Sin ninguna duda la primera señal de todo esto es el hecho de que ya casi no tengo cosas nuevas (realmente nuevas, no relatos de hace 2, 3 o 5 años) que poner aquí. Y no hago más que reflexionar y darle vueltas a las mismas cosas.
Para mí no poder escribir es como tener un agujero en el alma, que se ensancha poquito a poco según pasan los días desde mi último verso o mi última línea. Seguramente a cualquier otro artista le pase lo mismo desde su último lienzo o su última canción. Pero para mí me perturba hasta lo más profundo de mi ser. Si nada que contar me siento como un fantasma perdido. Como una historia que se guarda para jamás ser contada. Me siento vacío.
Soy un escritor sin historias que contar. No soy nadie.
Normalmente cuando escribo me siento liberado, pero desde la última vez que mi musa decidío marcharse y yo me quedé esperando en el jardín siento que las cosas han cambiado mucho. Estoy muy lejos de ser su amante de nuevo (si es que alguna vez lo fui), y ahora siento que sólo me visita de muy de vez en cuando y casi siempre en los peores momentos.
Esta mañana cuando iba paseando de camino a la facultad me daba cuenta de cuanto nos sumimos en las banalidades de nuestro mundo alejándonos de la verdadera felicidad. Cuanto sencillamente dejamos de lado lo que nos haría realmente felices, por muy tonto o trivial que nos parezca, por sencillas convenciones que nos hacen tan infelices y desgraciados.
Tal vez yo también me esté sumiendo finalmente en todo eso. Tal vez mi musa ya no me visite porque ya no sea capaz de mirar a través de mis ojos al mundo por el que tantas lágrimas ha derramado. Tal vez yo ya no sea capaz de ver las cosas como ella las ve.
Sin ninguna duda la primera señal de todo esto es el hecho de que ya casi no tengo cosas nuevas (realmente nuevas, no relatos de hace 2, 3 o 5 años) que poner aquí. Y no hago más que reflexionar y darle vueltas a las mismas cosas.
Para mí no poder escribir es como tener un agujero en el alma, que se ensancha poquito a poco según pasan los días desde mi último verso o mi última línea. Seguramente a cualquier otro artista le pase lo mismo desde su último lienzo o su última canción. Pero para mí me perturba hasta lo más profundo de mi ser. Si nada que contar me siento como un fantasma perdido. Como una historia que se guarda para jamás ser contada. Me siento vacío.
Soy un escritor sin historias que contar. No soy nadie.
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Jose -