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El Paraíso de los Anhelos Perdidos

La Casa de mi Tía Agustina

Acabo de llegar de la casa de mi tía Agustina. Realmente era mi tía abuela, pero todos la llamábamos tía. Hace ya algunos años que se murió y ahora su casa está muy descuidada, vacía desde entonces. Cuando he entrado me ha dado ese respingo que te dan las cosas que no ves hace mucho tiempo o que te son completamente nuevas, pero a la vez familiares. No es que pueda decir que me haya recordado muchas cosas, no más que unas pocas imágenes.
La palmera del centro del jardín estaba enorme. Y el columpio en el que me podía tirar horas y horas en verano oxidado. Es muy posible que en algunos meses tiremos esa casa para construir un edificio nuevo y mudarnos allí.
Al ir a salir he visto un par de fotos viejísimas del jardín, con sus lores coloridas y exhuberantes, y sus sillas blancas e impolutas. Ya no queda nada de aquello.
El tiempo pasa muy deprisa.
Ya no ha habido más respingos.

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