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El Paraíso de los Anhelos Perdidos

Cinematógrafo

Toma1


Toma 1


Érase una película de sobremesa en la que el actor principal, tras tantos años siendo secundario, tenía miedo escénico. Algunos decían que el problema era que el director había estado ausente durante el rodaje, y que como no había guión, y todo el mundo improvisaba, aquella no podía ser una buena película.
La oscarizada actriz, que hacía un cameo, aseguraba que el problema no es que la película fuese mala, sino que el actor principal no estaba todavía metido del todo en el papel.
Pero todo aquello daba igual, porque las escenas más importantes sucedían durante los cortes publicitarios. Y así nadie podía saber el porqué el actor principal siempre sería un secundario.

Toma2


Toma 2


El pequeño hombrecillo encargado de cambiar el rollo del proyector se durmió aquella tarde. Tampoco había comprendido muy bien como debía de ordenar aquella cantidad de rollos que no llevaban ningún tipo de señalización que le ayudase a comprenderlo. Por ello hubo tantos descansos en aquella sesión y nadie comprendió la historia de aquella película.
Entre tanto alboroto el protagonista comenzó con las escenas dramáticas para luego tratar de ser un niño. Era imposible de comprender porqué no podía llevar la carga de todas aquellas escenas en medio de aquel montaje obra de un viejecillo jubilado.
Nadie se quedó para ver el final. Pero la película sigue proyectándose.

Toma3


Toma 3


Es una pena que el público nunca comprendiese que en realidad era todos y cada uno de los figurantes de aquella pequeña película. Cada uno de los personajes que rellenaban aquellas escenas mal ordenadas.
Y, sobre todo, que aunque no lo creyesen, cada uno de sus gestos en pantalla era merecedor del mayor de los aplausos.

1 comentario

Ardi -

Delirante pero sugestivo (¿o sugerente?)