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El Paraíso de los Anhelos Perdidos

Paseos

El otro día el duende volvió a juguetear con las farolas, y las encendía y apagaba a mi paso. Ahora su táctica ha cambiando, primero las apaga y luego las reenciende cuando estoy a punto de pasar.

El Lunes a las nueve de la noche subí todo Céa Bermúdez con una espada de madera apoiyada en el hombro. Era parte del atrezzo de la obra. La gente me miraba raro, e incluso había algunos que creo que se asustaban. No pudo evitar reírme mucho con aquello.

Ayer decidí dar bajo la suave llovizna un paseo que hacía mucho que no daba. Mi mente divagaba hasta que me quedé esperando a que cambiase uno de los semáforos de Bravo Murillo. Cerré los ojos y sentí que la birsa azotaba mi ropa y mi piel. Me quedé así un poco, hasta que un compañero del Colegio Mayor me saludo desde detrás con un: "te vas a quedar dormido"

1 comentario

Marta -

Ese duende es muy juguetón, lo debes pasar bien, cuando paseas :)