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El Paraíso de los Anhelos Perdidos

La Chica del Metro II

Antes de empezar a escribir esto he revisado el archivo y he descubierto que ya hubo otra chica del metro, pero ésta es una completamente diferente.

Ayer, cuando cogí el metro en Santo Domingo, ella estaba esperando en el andén. Yo me senté en el banco y la miré, al principio de forma efímera y casi espontánea e inocente. Era algo más que yo, y por su cara parecía tener 15 o 16 años, era rubia y muy guapa. Ella no reparó en mí. Y yo me dediqué a mis pensamientos mientras esperábamos al siguiente tren.
Ambos subimos en el mismo vagón de forma casual. Ya había cruzado la mirada un par de veces cuando me acerqué al borde del andén. Nos sentamos cada uno en un lado del vagón. Ella en el centro y yo en el final. La gente comezó a subir y bajar según las paradas pasaban. Y cruzamos la mirada varias veces. A veces ella me pillaba mirándola, y otras veces era yo el que la descubría observándome. Yo trataba de recorrer todo el vagón con la mirada, como siempre hago, pero de alguna forma ella me llamaba.
Al final, cuando mi parada se acercaba me levanté y me acerqué a la puerta. Ella se levantó instantes después. Cuando cogí el manillar para abrir la puerta me miró con un gesto que no supe si era deseo o paranoia.
Cuando el vagón paró y abrí la puerta se marchó rápidamente y transbordó. Yo me ´fuí de allí.
Ahora pienso, con dudas, que tal vez no fuera deseo ni paranoia, sino despecho por haber cogido aquella manilla y no su mano tendida sobre la puerta.

3 comentarios

Héctor -

He de reconocer que en este texto perdido hay gran parte de verdad y gran parte de mentira. Adivinad por vosotros mismo donde empieza y acaba cada una.

Marta -

Pues, como bien dice Ardi... Hay cosas que no se pueden saber, pero esa opción de coger su mano podía haber funcionado. Y me refiero, que tal vez, arriesgando un poquito...

Ardi -

cuántas cosas nunca sabremos...