Unas cuantas cosas que me suceden a veces
Hasta hace un rato tenía un buen dolor de cabeza, que es por lo que ahora no estoy en clase (junto con el hecho de que llevaba dos horas desconectado de lo que contaban mis profesoras) y por eso me resulta un tanto complicado ponerme a contar algo ahora, pero creo que aprovecharé para contar algunas de esas cuantas cosas que me pasan a veces y que sino no voy a contaros nunca.
La primera es mi pequeño problema con las farolas. No sé que las pasa últimamente, pero cada vez que paso junto a una van y se apagan, sin más explicaciones ni nada. Sencillamente cogen se funden y no dan luz por donde yo voy pasando, no sé si será por algún tipo de carga eléctrica extraña que debo de llevar dentro o porque algún duendecillo graciosa me está gastando una broma, pero la cosa es que en Madrid no va a ganar para reparar las farolas de la zona de Céa Bermúdez.
Otra cosa es el hecho de los olores de la calle. Hasta hace no mucho por alguna extraña razón que acacho a mi alergia no era capaz de oler nada salvo olores realmente fuertes e intensos. Ultimamente (desde hace un par de añitos) he comenzado a poder oler. Y es un gustazo. Hasta los malos olores resultan ser algo nuevo, algo desagradable, pero algo que antes no podía hacer. Ayer cuando estaba dándome un paseo hasta Bilbao me dí cuenta de la cantidad de olores que no era si quiera capaz de reconocer. Fue un gustazo. No sé si me comprenderéis. Pero es casi como si a un ciego le devolvieses en parte su vista. Sé que no es lo mismo, pero yo siempre eché muy en falta su existencia.
La primera es mi pequeño problema con las farolas. No sé que las pasa últimamente, pero cada vez que paso junto a una van y se apagan, sin más explicaciones ni nada. Sencillamente cogen se funden y no dan luz por donde yo voy pasando, no sé si será por algún tipo de carga eléctrica extraña que debo de llevar dentro o porque algún duendecillo graciosa me está gastando una broma, pero la cosa es que en Madrid no va a ganar para reparar las farolas de la zona de Céa Bermúdez.
Otra cosa es el hecho de los olores de la calle. Hasta hace no mucho por alguna extraña razón que acacho a mi alergia no era capaz de oler nada salvo olores realmente fuertes e intensos. Ultimamente (desde hace un par de añitos) he comenzado a poder oler. Y es un gustazo. Hasta los malos olores resultan ser algo nuevo, algo desagradable, pero algo que antes no podía hacer. Ayer cuando estaba dándome un paseo hasta Bilbao me dí cuenta de la cantidad de olores que no era si quiera capaz de reconocer. Fue un gustazo. No sé si me comprenderéis. Pero es casi como si a un ciego le devolvieses en parte su vista. Sé que no es lo mismo, pero yo siempre eché muy en falta su existencia.

3 comentarios
Ehire -
Y Hamlet no creo que sea paradoja nunca he hecho magia, y si la hiciera ya me encargaría de que fuera coincidente.
El dibujo se ve un poco mal porque aquí no tengo las herramientas para cambiar el tamaño bien. Es de Jay Anacleto, una portada de los comics de ARIA
Hamlet -
El dibujito ese es precioso.
Lydia -
Pensé que yo era la única pero no, ahora somos dos ;)