Una Vieja Musa

Caminó entre los árboles hasta conseguir llegar al empedrado donde reposaban las sillas. Adoraba el tacto de la tierra mojada rozando sus pies. Cuando por fin se sentó vio su reflejo en el cristal de la mesa y quedó prendada de su nueva apriencia. Era una envoltura bonita y delicada. No podía quejarse. Si fuese necesario la cambiaría por otra más apropiada. A fin de cuentas ella era capaz de hacer ese tipo de cosas.
Y como no tenía mucho más que hacer en aquella mañana de Primavera siguió soñanado que era una antigua musa retratada por algún pintor ya olvidado.
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Héctor -
Dhaunae -