La Memoria del Mundo

Podía ser un dios menor. Podía ser un alma olvidada. Pero era la memoria de toda aquella enorme familia. Al fin, tras el paso del tiempo, ella era la única que se había mantenido limpia ante la mancha del Olvido. El resto de dioses se habían entregado a los deseos de los hombres. Eran dioses de todo aquello que la humanidad podía cambiar o destruir a voluntad. Dioses del amor y de los padros, de la guerra y la pasión. Dioses atados al deseo de los hombres. En cambio ella tenía a los hombres en sus manos. Puede que no tuviese el poder de las viejas parcas. Y aún menos, que la recordasen con tanto fervor como a ellas. Pero era la memoria del mundo. Y tenía muchas cosas por contar.
Aunque no quedase nadie para escucharlas.
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