Olor a Mar

Dejé que los días pasasen como pasan cuando ya no tienes nada que esperar. Desde aquel día el tiempo se difuminaba de forma efímero cargado del olor salado del mar.
Aún oía, a veces, a lo lejos, las risas de los niños. Incapaz de verlos en las neblinas del amanecer. Habría llorado si hubiese podido hacerlo. Pero, aún así, sentía la amargura de aquel deseo en mis ojos.
Mi existencia se había convertido en un largo pasear silencioso por aquella ciudad en la que siempre me había sentido una extraña. Ahora malgastaba mi tiempo en ver como la niebla envolvía aquella playa solitaria en los meses de invierno, mientras las olas acariciaban suaves las arenas finas.
Desde aquí todo tenía aquel tono gris y avejentado de los días de Noviembre. Y el olor siempre era húmedo, de madera mojada y podrida, pero ahora me sentía al fin tranquila, sosegada. Era ese tipo de cosas que te cambiaba para siempre tus puntos de vista.
4 comentarios
Héctor -
Marta -
Héctor -
Por cierto ¿Con repetitivo te refieres al texto o a qué? Que me he perdido un poco ahí
Marta -
Un beso!